Por: Alfredo Lindley-Russo
(El Cangrejo)

Suena mi celular. Abro un ojo. Puteo. Contesto. “¿Aló? ¿Cómo está el mar? Salgo en 15 minutos”. Me levanto. Empaco el wetsuit, una ropa de baño, cojo la tabla y la amarro con el rack, en el techo del auto. Y salgo con rumbo a la playa.

En el camino voy escuchando el CD que me grabé con las mejores canciones de Bob Marley. Me encanta Bob. Tengo toda su discografía en originales y he grabado en un CD las canciones que más me gustan para escucharlas en el carro.

Llego a la Costa Verde. Me esperan los amigos.

- Habla brother. Está bueno el mar.
- Así veo.

Respondo todavía con frío y una flojera típica de las 6.30 a.m.

Saludo a la tía IRMA (que no solo es una institución, sino que su puestito en la playa ya es una marca por sí misma).

- ¡Seño!
- Buenos días joven.

Contesta la persona que probablemente conoce las olas de Pampilla mejor que nadie.
- ¿Tiene revistas?
- Sí. Tengo TABLISTA.
- Déme una.

Vuelvo con mis amigos.

- ¿Y ese longboard? Pregunto.
- Es de un pata que vino de California al campeonato que hubo la semana pasada en Punta Hermosa, y se lo compré.
- Pero está partida y parchada.
- Sí. La rompió un día antes del campeonato el piña.
- ¿Y por qué se la compraste?
- Por que si te das cuenta, está shapeada de una forma muy particular. ¿Vez la parte de debajo en la punta? Tiene una especie de cuchara que facilita hacer hang-ten. No me importa que esté un poco más pesada, lo que quiero ver, es cómo se comporta -su performance- y luego mandarme a hacer una con las mismas características para mí.

- Y si luego resulta ¡hacemos negocio!… (risas)
- No creo que se pueda. El californiano me contó que él había patentado este diseño en Estados Unidos.
- ¿Y en el Perú?
- No. En el Perú no, pero ya no se puede patentar en ninguna parte del mundo, porque ya no es un invento nuevo, ¿no ves que alguien más ya lo creó?
- ¡Ah… ya fue pes!
- Ni creas. Estoy pensando en mejorar el diseño y adaptarlo a otro tipo de olas. Tal vez así, ya pueda patentarlo. Pero yo lo voy a patentar no solo en Perú, sino también en los Estados Unidos, Europa, Australia, Sudáfrica, Costa Rica. De esa forma, podré exportar mi diseño a los mercados más importantes. -me decía mientras enceraba la tabla haciendo pequeños círculos-
- ¡Ya, ya huevón! No me florees tanto y vamos a correr que ahorita comienza a venir más gente… Ta’ mare…
- ¿Qué pasó?
- Se me olvidó la pita.
- Alquila una de la tía pe, caballero. Son tres lucas… ¡Apúrate mientras peino la cera!

El surf está experimentando en los últimos años un gran auge. Pero parece no importarle a nadie, salvo a los propios deportistas. Las playas cada vez están más llenas de gente y las olas comienzan a escasear “el point está crowd” se oye en el argot, cada vez con mayor frecuencia.

Esta vez hemos llegado temprano, pero ya había gente. Para cuando nos dieron las 8.00 a.m. en el mar, ya había llegado una de las escuelitas de surf que han proliferado desde que Sofía Mulanovich ganó el campeonato mundial.

A punto de ingresar al agua hay casi una docena de principiantes. Lo bueno es que todavía no saben correr y no representan una amenaza para los que queremos pasarla bien. Pero con el tiempo, algunos de ellos se convertirán en verdaderos tiburones que pelearán cada una de las olas de la serie.

Un factor importante que contribuyó a esta explosión, fue la victoria de Sofía Mulanovich, que fue seguida por los otros chicos, quienes gracias a la ventana que abrió nuestra campeona mundial, han alcanzado un protagonismo mediático. Así a vemos como muchos de ellos, como por ejemplo Gabriel Villarán, tienen tablas con distintas marcas en ellas y visten ropa surf que son obsequios de sus patrocinadores. Y hasta nos hemos acostumbrado a verlos en publicidades de servicios telefónicos o antigripales.

Nos acercamos a la orilla. Las piedras no nos molestan mucho en los pies porque llevamos botas especiales. Entramos al mar. El agua está fría. Pero el wetsuit nos ayuda a superar el primer contacto con el agua. Entramos. Pasamos casi dos horas ahí. En contacto con la naturaleza y divirtiéndonos mucho, hasta que se escucha a alguno de nosotros decir: “una más…”, y el resto asiente sabiendo que la sesión está por llegar a su fin. Esperamos la última ola y la elegimos con cuidado porque ya no habrá otra, sino hasta la próxima vez…

Mientras me cambiaba cubierto con una toalla en mi cintura que dibujaba el logotipo de BILLABONG en mi trasero, caí en la cuenta que todo el día había estado rodeado por distintos elementos de propiedad intelectual: el celular que me despertó es MOTOROLA, el wetsuit al igual que las botas especiales, son marca BOZ, la ropa de baño QUIKSILVER, la tabla que amarré al auto NISSAN con el rack BLOCK SURF, era marca KLIMAX. El CD de Bob Marley que escuché camino a la playa tenía derechos de autor (la copia que había hecho era legal porque era para mi entorno privado y había hecho la compilación a partir de un CD original) al igual que los textos y fotografías de la revista marca TABLISTA que me vendió la tía. La tabla que utilicé tenía un componente tecnológico que se podía proteger por una patente. La cera marca SEX WAX, el pienie RIP CURL y la pita con la que me la amarré a la pierna XM.

Todo esto, alrededor de un solo interés… de una sola idea: las ganas de surfear.

Alguien fue descubriendo las necesidades de los surfistas y desarrollaron tecnologías, marcas de ropa y accesorios y contenidos protegidos por los derechos de autor. Y a partir de ahí pudieron aparecer los patrocinadores que también tienen sus marcas y la publicidad que además cuenta con derechos de autor. Y ahora comienzan a desarrollarse escuelitas de surf que son identificadas con una marca de servicio y en algún momento se comenzarán a producir videos de tabla didácticos, con contenidos protegidos por derechos de autor, tablas con tecnologías y diseños específicos para la enseñanza, todo ello protegido por la propiedad intelectual.

Para cuando terminé de amarrarme la zapatilla y antes de guardar la tabla en su funda marca ETNIA, agotado por el ejercicio, le sugerí a mi pata: ¡vamos por un SANGUCHON CAMPESINO!

“Only a surfer knows the feeling”, pensé. Y ésta también es una marca registrada.

2 comentarios:

Elias Drago Espinosa dijo...

Ya voy entendiendo la Propiedad Intelectual... jaja
Aun que no me lo vayas a creer me pase 30 minutos escribiendo mi comentario y el maldito internet hizo que se esfumara, demoniossssssss!!
Bueno solo quiero resumir que el "serfing" es lo maximo y todo lo que lo rodea tb.
El domingo convoque a la gentita para correr (incluyendote) pero nadie la hizo. Chape el carro de turno y me fui solano. De regreso jale a la tía IRMA hasta el parque reducto que cague de risa.
La tía me debe una jaja
Saludos

Anónimo dijo...

mr he quedado pegado.... leyendo tu aventura...grandiosa.... publica mas

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