Por: Alfredo Lindley-Russo


En algunas ferias del libro, existen talleres sobre derechos de autor, y están destinados a brindar a los profesionales del libro estrategias comerciales relacionadas con los derechos de autor, por considerar que la mayor debilidad de la industria editorial y de los autores es la ignorancia de las instituciones básicas de esta materia, lo que genera constantes violaciones de estos derechos. En Japón, país que concentra el mayor mercado editorial del mundo debido a la voracidad de sus lectores (lanza alrededor de 70.000 nuevos títulos anuales, además de ser pionero del libro digital), se discute sobre el futuro de la industria en la Feria del Libro de Tokio (la más importante de Asia y para algunos la más grande del mundo).

Los japoneses, disfrutan de la lectura en formato de bolsillo, útil para los cotidianos trayectos en tren. Una estrategia similar se puede desarrollar en nuestro país para los tortuosos viajes en combi. Pero para reducir el problema de la piratería (pues las ediciones de bolsillo, podrían ser fotocopiadas con mayor facilidad), bien se podría imitar la estrategia desarrollada por la industria editorial japonesa que se ha adaptado a la realidad electronal de sus consumidores quienes disfrutan de una nueva tendencia: la del libro electrónico (que por lo demás es un producto con mayores beneficios ecológicos).


Los textos se pueden encontrar en soportes electrónicos como los teléfonos móviles (lo que ha generado un movimiento en Japón de 40.200 millones de yenes anuales: el equivalente a 310 millones de euros), lo que ha llevado a las editores japonesas a inventar un nuevo género literario: el "ketai shosetsu" o novela para el móvil; que ha dado espacio a las historias cortas y a nuevos autores, sin que ello discrimine a los grandes de la literatura japonesa para que puedan publicar por este mismo medio sus novelas. Este es el caso de Haruki Murakami quien con su novela 1Q84 de más de 1.000 paginas en dos tomos, batió records de ventas en un sólo mes.

Pero este negocio no solo beneficia a la industria editorial, sino también a los autores, quienes pueden contar con un trabajo fijo y una remuneración constante. Por ejemplo, la empresa Digi-Book, dedicada en exclusiva a este negocio y que registra ventas anuales por 1.000 millones de yenes (equivalente a 7,7 millones de euros), cuenta con un grupo de jóvenes escritores que no sobrepasan los treinta y que se dedican a escribir novelas cortas. Adiós a los escritores románticos, que escriben en un ejercicio heroico de supervivencia y con los dedos cruzados para conseguir que alguien los publique y recién poder percibir ganancias. Pero eso no es todo. Justo ayer en la noche un amigo me comentaba que la otra vez, en el avión en el viajaba, se cruzó con un sujeto oriental que usaba audífonos y no paraba de reirse. Luego conversando con él (en inglés supongo) el sujeto le comentó que estaba "leyendo" un libro, aunque en realidad no lo estaba leyendo en estricto, porque en esa ocasión, el libro "hablaba"... ¡su iPod le estaba narrando la historia!

¿Ya ven? Los negocios se reiventan (ver post: Happy Pay-day To You y Apple Cocktail) . ¿Se animarán en Perú a abrir una editorial digital pronto?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la opciòn de "escuchar" a cambio de "leer" un libro. Lo de leer en las "combis" serìa un poco màs complicado, primero porque generalmente uno va de pie, y segundo no somos un paìs precisamente de lectores no?

Publicar un comentario